Del fuego nace y muere, de sus cenizas reencarna y con sus ideas llena el alma

lunes, 20 de octubre de 2008

Hacia el Mar


Ahora que estoy en un mejor lugar, más centrada y con los pies en un lugar que no es la tierra, confirmo tristemente que mi decisión final fue la más adecuada.
Ésta disposición había sido tomada con gran anterioridad a los hechos… las cosas bien deliberadas… dejaría algo para ser recordada, pero no por mi triste final, sino por mi firmeza y autenticidad. No quería (ni quiero) ser conmemorada por lo que quedaba de mi en esos últimos momentos (debido a que era muy poco). No había otra solución, ni en ese entonces, ni tampoco ahora la hay, ni para mí, ni para los demás; porque mi caso no es aislado, demasiadas personas sufren de éste deplorable mal.
Todo pasaba endeblemente, al mismo tiempo que recordaba, sin intención, los últimos meses vividos. El doctor, la familia, la sentencia irrevocable. Todo estaba dicho, desde hacía mucho no había nada que hacer, pero uno siempre conserva algo de esperanza, algo de anhelo por lo que fue… pero que lamentablemente nunca vuelve a ser...
A partir del veredicto final que lo considero, pero nunca pensé que sería tan fácil… me imaginé un abismo mucho mayor al que experimenté… al que aún sigo sintiendo a pesar de todo el tiempo transcurrido.
Recuerdo, como entre nubes, como si fuera una alucinación, cuando mis pies me llevaban de forma paulatina donde ellos entendían que les correspondía, obviamente sin considerarlo de la forma que yo lo hice; se dice que cuando uno sabe lo que tiene que hacer, el cuerpo actúa por inercia, seguramente, mi cuerpo lo había hecho antes; pero nunca le había puesto atención en realidad… para mi, todo se fue dando de forma automática, inconsciente, mecánica, maquinal; el pronunciamiento estaba por cumplirse, y yo ya no aguantaba mas… no sabía donde, cuando, ni como… pero sabía que iba a suceder pronto… nunca había sido ansiosa, pero esto iba mas allá de la ansiedad… llegaba al límite, a ,mí límite, pasando por el miedo, la angustia y la desazón.
Sólo quería saber que dejé algo, que alguien, por lo menos una persona, que no fuera de mis allegados directos, me entendiera; que cualquiera que no me conociera tan bien, me comprendiera. Sabía (y sigo sabiendo) que fue difícil, y ahí es donde se complica la cosa, porque es una decisión ardua, pero para mi, luego de determinarlo, fue demasiado fácil… sabía en ese entonces (y sigo considerando lo mismo) que era lo mejor para todos.
Recuerdo que en un momento me detuve… pero no era por miedo, ni por ganas de volver atrás… comprendía que no volvería atrás… sabía que todo estaba mas que decidido, que mi final estaba cerca, que ya no volvería a tierra firme, que no retrocedería ver a los míos, pero algo de eso también aliviaba mi dolor, dolencia que me trajo hasta aquí, que no me permitía regresar, que causaba mi final inmediato.
Miré hacia abajo buscando mis pies. Era obvio que no los iba a ver, pero uno a veces tiene esas reacciones sin sentido, así que comencé a caminar de nuevo. Cuando me di cuenta que solo quedaban segundos, parte de mi pena se desvaneció, al mismo tiempo que mi tortura comenzaba a cobrar un nuevo sentido y mi mente se despejaba lentamente. Mi último pensamiento resultó ser “Espero que recuerden a Alfonsina por lo que fue”.

Con Muchísimo cariño, Nati